EMPRESAS ROCK'N'ROLL


Mira que he pegado botes en conciertos suyos. Recuerdo uno de Fiestas del Pilar junto a Pedro Andreu y Juan Valdivia. Salió al escenario de Cocheras con la camiseta verde de Larry Bird. 33. Miguel me había colado en el concierto con su carné de pega de los 40 Principales (siempre he sido becario y poco pudiente) y yo empezamos a dar botes y los dos héroes se despidieron camino de la barra, aprovechando que aquél día no servían copas ellos.

En Radio Medias, que emitía desde el explosivo y libertario Mixto 4 "El Portillo" pinchábamos "La mataré" cuando aún nuestra ignoracia nos impedía la corrección política. Allí hacíamos radio pero también cine, en la EATP de Imagen y Sonido, y pasábamos recreos en la sala de exposiciones viendo pintura abstracta. En esa sala un día estuvo colgado un comic de dos páginas del becario, ganador del concurso local y que me reportó unas 7.000 pesetillas que aún hoy me saben a filloas de aldea.

Después, en Barcelona Ciudad, con Quito, que se compró unas Sancho muy molonas una tórrida tarde de finales de septiembre, nos desgañitábamos en los bares cantando sus canciones. El Loco se nos aparecía por todas partes y lo adoramos hasta cuando Sabino se cayó en el escenario. También queríamos ser Rock'n'Roll stars.

Aquélla noche sudamos la gota gorda para sacarle las camperas a mi amigo, en la minúscula habitación del piso paterno en l'Hospitalet entre aromas de un costo del puritito Atlas.

Los iconos tienen ese halo místico que desgarra cuando se rompe, por fin, en su humana consistencia, y arrasa con todos los altares para devolvernos a lo que todos somos, cuerpos que se sientan en la taza de Roca y hacen fuerza, así sean el mismo Messi.

Porque no podía estar en otro sitio el grande (hablo de tamaño) de José María cuando escribió ese tuit de todas las iras que lo ha bajado del pedestal en el que sólo él creía seguir, un tuit que se mira el ombligo en completa contorsión de 140 caracteres. Un tuit que quiero atribuir al Sr. Sanz, no a Loquillo.

Ahora que muchos han descubierto que tuitea peor que canta y que han aprovechado para usar su autógrafo (como el mecinado en el tuit) para el aseo personal del posterior (siguiendo con el hilo inodoro), el becario quería aprovechar para hacer un paralelismo entre el rocanrol y el mundo de la comunicación en la empresa, pero se ha largado siete párrafos de relleno y niguna reflexión al respecto. 

Y antes que se pierda en los recovecos de la memoria, la idea era comparar el tuit de Loquillo y la comunicación de muchas empresas, que nace desde el ombligo y es un sacar pecho continuo presumiendo de carencias. Hemos visto ejemplos esta pandemia para llenar másteres de marketing. Pero este post se me acaba y no he hecho en él sino lo que el bueno del cantante: hablar de mí y de cosas que no interesan, sin pensar en quien va a recibir mi mensaje.

¿Ven cómo está al alcance de todos equivocarse?

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