MECAGÜEN LA ZONA DE CONFORT



Hace meses titulé así un post que nunca llegué a escribir. No sabía entonces que me estaba marcando algo parecido a un “Simpsons”.
Hace apenas unos días todavía frivolizábamos (me incluyo) con el coronavirus, como quien ve acercarse la ola del tsunami desde el chiringuito y sigue aferrado a la copa de daiquiri, no sea que se derrame. Ahora, cuando nos levantemos, igual ni hay copa, ni playa, ni virus, ni corona (meme plagiado de las redes sociales).
Hacer marketing, Comunicar con “c” mayúscula en estos tiempos es un ejercicio más arriesgado que el balconing en el Gran Hotel Bali con litro y medio de sangría en el estómago. Que se lo digan al becario, que tenía un mes de Buffer programado con cosas que, al momento de tener que publicarse, parecían una broma poco fina de La Resistencia.
Que se lo digan a Fernando Simón, que no sé cuánto cobra pero no es suficiente. Probablemente haya metido la pata más de una vez, pero salir a comunicar ahí, en medio de esta tormenta y hacerlo con ese temple y esa cercanía, estoy seguro, nos ha librado, cuando menos, de un ataque de histeria XL. La serenidad también salva vidas.
A los que hablan de errores en estos momentos habría que cederles el púlpito. Son como los mirones de una partida de guiñote, que opinan de las jugadas una vez se han visto las cartas. Comunicar en este escenario tan rápidamente cambiante conlleva a errores. Lo que se exige a un responsable es que no sean de bulto, que no maten, ¿verdad señor Johnson?
Y todo eso a cuento de que no importa cómo construyamos nuestro nido de seguridad, cuán atados tengamos los machos y firmes los cimientos. Siempre vamos a tener que enfrentarnos con una prueba inesperada capaz de tumbarnos o hacernos más fuertes, sin término medio, ¿a que sí, Felipe?
Es tiempo de valientes. Pero también es tiempo de valores. De devolver su justo valor a una copa de vino con amigos, un paseo en la montaña, unas canastas con tu hijo en la pista municipal… una cama de hospital, una auxiliar de urgencias, un director de comunicación, una beca de investigación, un reponedor del Dia, un camionero en ruta, las páginas de un libro, un juego de mesa, una caja de rotus, un abrazo, todas las pequeñas cosas, todas las grandes personas que nos ayudan cada día a vivir.

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