¿ERES DIFERENTE O VENDES BARATO?
Debes ser diferente y debes
hacerlo ver a tus clientes potenciales, y para eso necesitas dos cosas: marca y
comunicación. Y si no, sólo te queda competir en precio.
Puedes ser diferente y no contarlo. Acabarás vendiendo barato para competir.
Contarlo es importante. Un
primer paso. He conocido empresas que hacían cosas magníficas, impresionantes,
innovadoras, verdaderamente diferenciales. Pero no lo contaban. Lo habían
interiorizado como su forma de hacer, ni siquiera eran conscientes del valor
que poseían y que tenían “escondido”.
Hay que poner en valor las
cualidades. ¿Quién ha oído decir en algún foro que la uva gallega se cosecha a
mano? ¡Qué tontería! ¿O no? Recuerdo mis primeros zapatos Fluchos, “cosidos a
mano”. Es una marca (nada barata) que me ha acompañado toda la vida. Mis
primeros Fluchos, comprados de rebajas, me acompañaron durante toda la carrera
universitaria. Hicieron real una promesa de calidad… “cosidos a mano”.
Que las uvas sean cosechadas
industrialmente por una máquina recolectora en un cultivo extensivo, o lo sean
a mano y remontadas a hombros de valientes por una ladera pedregosa son
diferencias abismales que contienen un valor, valor que ha de trasladarse al
precio.
Lo hecho a mano tiene más
valor cada día, frente a lo hecho por una máquina, al menos en cuanto a bienes
de consumo cotidiano, no tecnológicos. La producción de proximidad, trazable,
sostenible, frente a la industrial, masiva, extensiva.
Hace falta contarlo. Si el
cliente no sabe por qué es más caro un producto que otro, elegirá siempre el
barato. Los recursos del consumidor son cada vez más limitados.
Comunicar, pues, comporta un valor económico.
Las marcas se construyen
contando historias, sus historias. Aquéllo que las hace diferentes. Las
marcas sirven para explicar por qué tienes que pagar un precio mayor por el
producto.
Y antes de que lo diga el
listo de turno, las marcas blancas también son marcas, punto. Ya le gustaría a
muchas “de color” llamarse Hacendado.
Ser diferente y no contarlo es
una omisión onerosa, y sin embargo, la comunicación no está en los planes de
muchas empresas pequeñas, innovadoras, llenas de pasión, maravillosas…
silenciosas también.
No comunicar es una torpeza,
pero comunicar lo que no se es, es una irresponsabilidad peligrosa. Es delgada (y arriesgada) la
línea en que se mueve Salvados: entre la audiencia y el riesgo de perder
anunciantes. En su última emisión ha provocado una crisis reputacional a una
empresa mastodóntica como El Pozo. Una empresa que tiene capacidad y músculo
para comunicar, para limpiar cualquier mancha que le caiga en la chaqueta.
Y sin embargo, están tardando
en aprovechar el empujón del atacante para tomar impulso. Apenas un comunicado
en su página web.
¿O es que lo que mostró el
programa es la realidad y no hay otra?
Es importante tener construido
un discurso (y que sea verdad) porque las crisis, interesadas o no, surgirán
tarde o temprano. El Pozo debería invitar a Jordi Évole a visitar sus
instalaciones, mostrarle los controles sanitarios, de calidad… en definitiva,
hacer ver que la realidad no es la mostrada en el reportaje. Probablemente
debería haberle abierto las puertas en el momento del rodaje.
Comunicar la diferencia (positiva) es imprescindible.
En un Mercado tan Global la
necesidad de aportar valor por medio de la diferenciación es casi cuestión de
supervivencia. Lo mismo ocurre con la marca personal. Por eso un video
currículo puede lograr lo que no pueden mil fotocopias del currículo. Y contra
más específico el target, más evolucionada ha de estar la capacidad de ofrecer
un producto diferencial.
A ningún productor se le
pasaría por la cabeza no llevar su producto al Mercado, una vez producido. Hoy
sabemos que los mercados son conversaciones (cluetrain). No tener una
potente estrategia de comunicación por entenderla como un gasto equivale a no
llevar las lechugas al mercado porque el gasoil está caro.
Se admiten discrepantes…
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