MARKETING, EL LADO OSCURO
Vivo, mal
que bien, de esta cosa que llaman el marketing, desde hace ya unos cuantos
años. Amo mi profesión, la he visto cambiar, evolucionar, adaptarse,
crecer, ramificarse. Tiene algo de río bravo, que tanto unas veces estanca en
remansos, como otras se arranca en torrentes que arrasan, desbordan, modifican
el paisaje.
Amar el
marketing puede sonar un poco pornográgico, businessfílico, si se me autoriza
el palabro. Máxime cuando esta profesión, en labios ajenos a la misma, tiene un
algo de retintín peyorativo. -“Vosotros los de marketing…”
Rescato un
titular de La Opinión de La Coruña del pasado 13 de mayo: Caballero, contra
Ciudadanos: "Poco contenido y mucho marketing".
Obviando el
tema político, no voy a entrar en ese barro y menos en estos días de sentencias
y mociones, se trata de toda una declaración: Inbounders del mundo mundial, lo
ha dicho uno que sabe, lo vuestro no es marketing. Y viceversa: marketeros,
estáis en el lado oscuro, lo vuestro no es verdad.
Asociar
marketing y/o publicidad a engaño o mentira de forma generalizada es moneda tan
corriente como injusta. Que se haga coloquialmente tiene su gracia, desde foros o tribunas, tiene
menos.
Tiene poca
gracia sobre todo para los que creemos en el marketing como forma de ayudar, a
personas. Una manera de ofrecer soluciones adecuadas a un público determinado.
El marketing es contenido, es valor,
son soluciones. Todo eso y mucho más. Diálogo, participación, autocrítica. Y,
por encima de todo, empatía.
El marketing
ha de estar, definitivamente, en el lado de la Fuerza. La credibilidad de la publicidad ha
sido víctima de sus propios excesos. Y éstos serán, por fortuna, cada vez más
imperdonables. Ojalá ocurriera lo mismo con los excesos de los políticos.

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